Las pezuñas de las vacas están hechas, desde el punto de vista anatómico, para caminar sobre un suelo blando. En la mayoría de los edificios de cría, las vacas deben caminar y, sobre todo, permanecer de pie sobre suelos duros, de hormigón y rejilla. Esto genera una modificación de la producción de la pezuña, un estado de inflamación crónica, dificultades de cicatrización. A menudo son demasiado abrasivos, lo que provocará un desgaste excesivo de la pezuña, con el riesgo de tener suelas demasiado finas y, por tanto, más sensibles a las úlceras y a las patologías podales. Tantos traumatismos repetitivos que provocarán lesiones en los pies y disfunciones articulares que causarán cojeras. Una vaca que tiene dolor en los pies y en las patas se desplazará menos para comer y beber, su producción se verá disminuida. Su salud y su reproducción también se verán penalizadas. Hasta el punto de que las cojeras multiplican por 5 el riesgo de descarte anticipado.
Los suelos blandos aportan confort y longevidad a las vacas
Por el contrario, con un suelo blando, la zona de contacto entre las pezuñas y el suelo será mayor. Lo que permite una mejor distribución del peso y, de media, un 40% menos de presión. Esta flexibilidad puede ser aportada por la adición de tapetes de goma, como el tapete Magellan.
El profesor Mulling, de la Universidad de Leipzig, demostró que, con una alfombra flexible como la Magellan, una zona de contacto más grande a nivel de las pezuñas permitía una mejor distribución del peso, una presión articular más soportable, por lo tanto, una posición más estable para el animal y un menor riesgo de lesiones podales y articulares.
Para maximizar el beneficio aportado por las alfombras de caucho, hay que colocarlas prioritariamente donde las vacas permanecen de pie durante mucho tiempo: delante de la mesa de alimentación, zona de espera, delante de la sala de ordeño o de los robots. Los suelos más cómodos también son de especial interés para las primerizas. Al principio de la lactación, y aún más para la 1a lactación, se produce una fuerte movilización de las reservas corporales para compensar el déficit energético. Las almohadillas plantares, que son una masa grasa en el interior de la pezuña que actúa como amortiguador, disminuyen. Las vacas en postparto, sobre todo las primerizas, ya están debilitadas por el inicio de su lactación. Velar por su comodidad y la buena salud de sus pies es la garantía de una lactación que comienza de la mejor manera.
Con sus pies protegidos y sus articulaciones menos fatigadas, las vacas gozarán de una salud plena y expresarán al máximo su potencial lechero.